jueves, 8 de diciembre de 2011

Aspectos formales del Tartufo.

Esta obra de teatro pertenece al Clasicismo francés del siglo XVII, por lo tanto cuenta con un fuerte carácter ilustrado dirigido a la crítica y la enseñanza, pero por ello no debemos esperar una obra aburrida, ya que aunque tenga mucho en común con otras obras de su tiempo, el autor es muy hábil y consigue crear una obra que nos engancha y nos permite leerla manteniendo nuestro interés en la obra.

El Tartufo cuenta con una gran cantidad de características que la convierten en una de las mejores obras de esta época. Hay que empezar por mencionar que Moliere, a la vez que autor, también fue actor, por lo que sabe como atraer al público y esto lo podemos observar, por ejemplo, en el recurso de introducirnos y mencionarnos al personaje principal continuamente y retrasar su aparición, esto provoca en el lector una impaciencia por saber como actúa y como es ese personaje, además Moliere esto lo remarca planteándonos dos puntos de vista diferentes de ese personaje y así aprovecha las discursiones entre los diferentes personajes para introducirnos al personaje principal y para centrarnos en el transcurso de la acción (como entre Mdam. Pernelle y Dorina).
Moliere relaciona a un personaje con una manera de pensar, así como a Tartufo lo podemos relacionar con un ser inteligente, pero un manipulador, hipócrita y traidor; a Dorina como la parte racional, descarada, que se da cuenta del engaño e intenta parar los pies a Tartufo; Orgón que es controlado y solo es capaz de fijarse en las acciones superficiales de Tartufo, además de llegar a desheredar a su hijo y planear la boda concertada de su hija, lo que nos muestra que es un personaje muy crédulo y al ser el cabeza de familia, esto es un problema porque quiere llevar la razón, pero su razón es la errónea. Después tenemos otros personajes como Cleanto o Damis que también intentan abrir los ojos a Orgón, pero fallan hasta que finalmente sea Elmira con sus astucias la que lo haga. Es importante mencionar el papel conciliador de la monarquía que es la que pone orden al final.

Es muy curioso también la parte autobiográfica que Moliere pone en boca de sus personajes, además de los grandes monólogos donde se expone una parte de la crítica que Moliere pretende hacer y el uso de la ironía continua y repeticiones que nos provocan la risa y convierten a la lectura más amena aún.

Con estas técnicas Moliere es capaz de criticar la credulidad de la gente de la época, la hipocresía existente y los falsos devotos, además de cómo un matrimonio concertado, puede destruir la felicidad de dos amantes y empeorar la vida de estas personas.

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